Me gustan los chistes malos, esos tan absurdos que seguramente no les harán gracia a la mayoría, pero que a mí me hacen partirme de risa mientras pienso: "¡Qué malo!".
Un ejemplo claro de estos chistes, convertidos en tiras cómicas, son los de Gilipuallá, obra del granadino Carlos Rueda.
Un ejemplo claro de estos chistes, convertidos en tiras cómicas, son los de Gilipuallá, obra del granadino Carlos Rueda.
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